Paraiso de Caracoles - Parte II

    Casi que no!! Ahora si la playa es mia!! Pequeñas chozitas hechas de palos y pequeños troncos adornan el paisaje, al igual que canoas que encallan en la arena esperando a ser llevadas en búsqueda de frutos de mar, el sustento de quienes aquí trabajan.
    Por fin a disfrutar el día. 
   Por supuesto no puede faltar un buen aguardiente, un buen vallenato y el par que no lo desaprovechan para un buen baile apachurrado. Ya todos finalmente nos relajamos.

   Una arena no tan pura, pero de belleza sin igual que no deja espacio alguno sin arsenal de conchas y caracoles de todos los colores y tamaños, que a pesar de incrustarse en los piecitos, disfrutas solo con verla.

 
   Un rato de sol y ya el hambre asecha, así que nos acercamos a la casetica frente a la cual nos parqueamos y dos niños nos llaman para entrar a la cocina (por así llamarla), donde frente a un pequeño fogón hay una mujer wuayu cocinando, a quien le interpretan sus pequeños asistentes pues se ve que no domina el idioma.  
  Nos muestran los pescados y nos piden que escojamos. Hoy por ser día de semana, solo hay pargo rojo, pero vendrá frito y acompañado de tostada de plátano y guineo, con arroz y ensalada. Se me hace agua la boca!!!

  Y es que son estas playas de donde al parecer no solo se alimentan quienes las visitan sino también las pequeñas poblaciones que viven en sus desérticos alrededores, donde según imagino, no hay chivo pa' tanta gente!! Jajaja.
  Así que durante la mañana, antes de que el sol aceche los hombres salen en búsqueda del maná para llevar a casa.
   Un delicioso almuerzo y de remate una nadadita en un mar que ya empieza a manifestarse con sus bruscas olas indicando que va cayendo la tarde.

   Nos movemos un poco mas hacia un lugar mas inhóspito para terminar de ver como cae el sol y rematar con lo ultimo que queda aun del aguardiente. 
   Poco despues empieza a oscurecer, así que es hora de irnos, de lo contrario no habrá manera de encontrar la salida entre barrizales que solo amenazan con dejarnos en una miedosa oscuridad. Pero sanos y salvos salimos y ahora nos encaminamos cada uno a descansar.

   Pancita llena, corazón contento y piecitos arenosos. 
   Hemos sabido aprovechar nuestra tarde libre.

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