Paraiso de Caracoles - Parte I

     Amanece un nuevo día.
   Ya el bañito parece no ser tan traumático, aunque creo es solo una cuestión de placebo mental, por que siendo sincera conmigo misma, parezco un gato mojado, erizada hasta las pestañas.
   Pero nuevamente sobrevivo y mi carácter se forja aún mas fuerte que el día anterior.

   Desayuno y ansiosa salgo a mi segundo día de inducción, el cual tal como lo sospeche, empieza por supuesto una hora tarde. Pero esto solo acorta el tiempo para irnos de paseo.
   Todos buscan destino, unos dicen una cosa, otros otra, lo único que yo tengo por seguro es que quiero aprovechar la tarde y bañarme en sol radiante. 
   Tal vez así logre disimular un poco lo lejos de mi origen, aunque Jose se ríe cada vez que le digo eso, y me dice que por mas que lo intente sera siempre imposible, pues por encima se me ve lo cachaca.

   Se termina la mañana y la indecisión los abarca a todos: que si, que no, que quienes, que a donde. Por último terminan decidiendo que las playas de Mayapo serán nuestro destino del día.
   Por mi a donde quieran! Yo ya estoy montada desde el “Pla…”. Así que todos arrancamos en direcciones distintas para ir a buscar ropa mas adecuada y encontrarnos para salir juntos.

   Efectivamente el caos predomina y cada uno termina llendose por su lado. Unos salen antes, Jose dos amigos de el y yo salimos después y los demás vendrán detrás. Cogemos carretera a un destino aún desconocido pero que promete, pues según dicen son playas casi vírgenes y de mejor color que las de Riohacha, aunque claramente no es un standard difícil de superar.

   10 minutos de recta y un aviso que nos desvía a otra carretera por 15 minutos mas. Desierto de lado y lado y solo pequeños avisos con nombres de rancherias en Wuayu que encabezan pequeños trechos que se pierden entre escasos arbustos.

  Finalmente nos acercamos!! 
Se divisa ya la playita!
   La veo! La veo y el sol, a pesar de casi ser las dos de la tarde nos sonríe esperándonos mas brillante que nunca.
   Pero oh sorpresa! Nos encontramos con los que los que se adelantaron han encallado en un barrisal. Ahora quien nos saca de esta?
  Niños paseando en bicicletas por la zona se percatan y llaman por ayuda. Pero no siendo fácil, nos toma casi una hora para que logren desenterrar la llanta solo para darse cuenta que ahora el carro se balancea, pues es su pancita la que esta mas comprometida y aun persiste en contacto con la arena. Así que un rato despues es una burbuja que aparece providencialmente la que los logra remolcar fuera, tras varios intentos y un par de cuerdas que revientan ante la fuerza.
   Casi que no!!!

  Continuara…  

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